Sara tiene sobrepeso. Sara es víctima de las burlas de sus compañeras de colegio. Encima el contexto no ayuda, su padre tiene una carnicería donde faenan cerdo, lo cual hace que gane el apodo más cliché por parte de las abusadoras verbales. Un día, como caído del cielo, un desconocido que observa la situación mientras nada junto a ella en una piscina publica, decide secuestrar a sus acosadoras.
Así comienza la historia de la cinta de la realizadora española Carlota Pereda, que en primera instancia fue un cortometraje homónimo. Aquí, Carlota desarrolla la trama desde la mirada de nuestra protagonista. Una protagonista en pleno crecimiento, hastiada de las bromas pesadas por su cuerpo; también harta de una madre un tanto posesiva. Todo transcurre en un pueblo de España, donde las desapariciones de las niñas no pasan desapercibidas.
Sara sabe lo que sucedió. Sara calla, se resiste a ayudar a sus acosadoras. Deja que las cosas transcurran, mientras que el psicópata perturbado comienza sentir atracción por ella. Y así avanza una trama cargada de tensión y acción, en la que la protagonista deberá tomar decisiones todo el tiempo. Cambian los roles, ya no es más la gordita acosada. A pesar de sus emociones encontradas entre el deber moral y los sentimientos de venganza, ella ahora ejerce cierto tipo de poder y se siente algo atraída por ese hombre que le brindó afecto (de un modo un tanto malsano, por supuesto).
Cerdita abarca el drama y un tema de tan delicado como el bullyng, sin olvidarse jamás del género. Una narración progresiva que nos muestra el mundo de Sara, que explota en un clímax gore y sudoroso, que definitivamente funciona como una gran catarsis. Momento en el que la protagonista puede escupir todo lo reprimido y darle rienda suelta a su ira. Punto aparte la notable actuación de Laura Galán, quien confiere de verosimilitud y organicidad a la trama.
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Por María Paula Rios
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