Teddy, de los realizadores franceses Ludovic Boukherma y Zoran Boukherma, forma parte de la sección Hora Cero del 35 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. En un principio podemos decir que la cinta es una miscelánea entre el ruralismo anti bucólico de Bruno Dumont, un coming of age, el drama, y el elemento fantástico que cohesionará un relato que se sitúa en un pequeño pueblo de los Pirineos Franceses, donde no hay demasiado por hacer más que jugar al bingo los domingos o practicarse masajes donde trabaja Teddy (Anthony Bajon).
Teddy, nuestro protagonista, es un adolescente centro de una familia disfuncional. Convive con un primo tildado como el “lento” del lugar, y su tía que es una especie de vegetal. Se encuentra en silla de ruedas, no habla y su mirada se pierde en el infinito; ellos solo se limitan a alimentarla. También se encuentra condicionado a un trabajo que no le gusta, pero es donde lo ubicó la oficina de empleo.
Lo único que parece darle un poco de aire fresco a una existencia algo asfixiante, es su novia (de distinta clase social), con la que (él) hace planes a futuro. Mientras, en el pueblo suceden hechos misteriosos relacionados a las muertes de animales de granja, todo parece indicar que el responsable es un lobo. A Teddy estos sucesos lo inquietan, y con razón, ya que un día mientras busca entre los arbustos fuera de su casa, es mordido por una supuesta bestia salvaje.
Nunca vemos qué criatura es (hay un fuera de campo), pero a partir de esta herida el joven comenzará a cambiar, a mutar gradualmente. Sufrirá una transformación corporal y emocional, que se irá intensificando a la par de su ira hasta llegar un clímax desgarrador en todo sentido. Más allá del horror y lo fantástico, la cinta indaga en profundidad a Teddy, su personalidad, como no puede integrarse en esta pequeña sociedad.
Teddy y su familia ni siquiera “molestan” en este entorno de gente adulta acomodada, anestesiada, donde no hay perspectiva de futuro para un joven de su edad. Un microcosmos del que Teddy nunca tendrá la oportunidad de escapar, simplemente porque no tiene los recursos, por ejemplo, para ir estudiar a una ciudad. La metáfora es evidente, el modo de revelarse del adolescente será a través del elemento fantástico.
La cinta es una especie de híbrido, también desde su estética, que se mueve entre el cine de género y el drama rural anti romántico, que cita de otro modo al acostumbrado el tópico de la licantropía, alejado de los efectos especiales o el gore extremo, sino más bien ubicándose en un terreno socioemocional. Una experiencia a explorar, tan diferente como nuestro protagonista.
Por María Paula Rios.
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