A Catherine (Amanda Seyfried) y George Claire (James Norton), además de su pequeña hija, los une la pasión por el arte. Ella es una excelente restauradora, “la mejor de la universidad”, dice George (en ese ámbito académico nació el amor entre ambos). Mientras ella es aclamada en Manhattan, él no logra consolidarse, hasta que recibe la propuesta de ser profesor adjunto en una pequeña universidad en el valle Hudson.

Cat resigna su trabajo para apoyar a George, y se mudan. Un nuevo desafío. Un lugar pequeño, todos se conocen, y una casa enorme con un pasado que se siente en cada rincón.  Un pasado que no pasará desapercibido, ya que Cat comienza a experimentar fenómenos extraños. Puertas que se abren y cierran solas, aparatos que se encienden sin estar conectados a la electricidad… las presencias se manifiestan.

Ahora bien, es una historia hibrida en cuanto género se refiere, dado que si bien en un principio da la sensación que estamos antes la típica película de terror, con una casa con espíritus y embrujada, el relato se extiende más allá, o esto pasa a ser un pretexto para desenmascarar el verdadero conflicto de la historia, que es bien real y tangible.

Cat tiene problemas con la alimentación, en su estancia algo pasiva se obsesiona con averiguar todo lo que ha pasado en la casa. Quienes habitaron allí y que sucedió con ellos. Es pos de descubrir con que ánimas se contacta y qué le quieren comunicar, comienza a develar una situación intima muy dolorosa. Entre el suspenso y el drama se mueve esta cinta que nunca pierde el ritmo y que tiene actuaciones a la altura de las circunstancias.

La violencia muchas veces se manifiesta a través de las palabras. Manipular y mentir también es un acto violento. Y más violento es develar que la persona que amas es más monstruosa que un ente sobrenatural, que un fantasma. Bueno, de esto va La Apariencias de las Cosas, de sustos palpables y de maldiciones que se materializan, que se hacen carne. Ya está disponible en Netflix.

Por María Paula Rios
paula@admitone.fun

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